sábado, 28 de marzo de 2009

CARTA ABIERTA A LA COMUNIDAD EVANGELICA. REFLEXIONES FRENTE A LAS PROXIMAS ELECCIONES. Documento de Enero de 2003.

Durante un par de años (2002-2003) un grupo de evangélicos nos reunimos regularmente a debatir en el FORO SOCIAL EVANGELICO (FOSE) y de ese intenso debate surgieron propuestas y elaboramos varios documentos. Participé como co-coordinador de la "Mesa de Reforma Política y Judicial". Este es uno de ellos. Releerlos desde la perspectiva de los años transcurridos es muy interesante.

CARTA ABIERTA A LA COMUNIDAD EVANGÉLICA

REFLEXIONES FRENTE A LAS PRÓXIMAS ELECCIONES

Sólo participar en elecciones no es ejercer el poder

La posibilidad de real participación y ejercicio del poder por parte del pueblo pensando sólo en elecciones es muy limitada; diríamos, casi nula. Los políticos solicitan una amplia participación porque tienen necesidad de sentirse legitimados, exhibiendo como un trofeo de caza la voluntad de sus votantes. Sin embargo, la etapa preelectoral, en especial el proceso de selección de los candidatos, está en manos de los partidos políticos, que tienen el monopolio en la designación de los candidatos.

En general, las prácticas internas de los partidos políticos son claramente corrosivas del régimen democrático. La “rosca política”, el “clientelismo”, la devolución de favores y trabajo en la campaña política con “puestos” en el estado, los “ñoquis”, el trabajo de los “punteros”, la “disciplina partidaria” que anula todo proceso de reflexión personal son sólo algunas de esas prácticas detestables. ¿Qué queda para nosotros como ciudadanos? ¿Sólo votar cuando está todo arreglado?

¿Somos un pueblo con hambre y sed de justicia? Si pensamos sólo en elecciones para nosotros, nos condenamos a mantenernos hambrientos y sedientos, por lo menos en este mundo. Debemos reconocer que hay formas de participación no explotadas, o poco trabajadas como mínimo. Llamativamente, unos carteles convocando a participar en actos políticos del último 20 de diciembre decían: “Apagá tu televisor y salí a la calle”. Mientras nosotros mismos, como pueblo, no valoremos lo que significa nuestra participación, seguiremos permitiendo que otros se abusen de nosotros.

Frente a las elecciones, una forma esporádica y muy limitada de participación, encontramos por lo menos dos áreas donde la actuación ciudadana puede ser continua y más amplia. Hablamos de las organizaciones sin fines de lucro y de nuevas formas de participación popular que engendra la democracia semidirecta.

El tercer sector

Hoy representan más al sentir popular las “Organizaciones Sin Fines de Lucro” (también se usan como sinónimos las denominaciones ONGs, tercer sector u organizaciones de la sociedad civil) que el sistema y los representantes políticos. Miles de organizaciones del tercer sector trabajan diariamente en diversas áreas de la realidad social, política, económica, cultural, educativa, etc. Tienen una organización y función distintas entre ellas, según su categoría: las de base (asambleas barriales, centros comunitarios, cooperadoras escolares, etc.), las de apoyo (asociaciones de defensa del consumidor, de defensa de los DDHH, de protección del medio ambiente, etc.) y las que agrupan a las mismas (federaciones, confederaciones). Este es un ámbito amplio y heterogéneo donde todo cristiano puede participar y donde cada uno puede encontrar organizaciones acordes a su capacidad y forma de pensar. Si nuestra participación en ellas fuera permanente, habría ---a través de nosotros--- una continua influencia de Cristo sobre la sociedad. Dan testimonio de esta afirmación los logros de muchísimas organizaciones cristianas y muchos hermanos que han hecho de este tipo de participación un continuo desafío.


Nuevas formas de participación popular

El artículo 22 de nuestra Constitución nacional dice que el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución. Esto es una manifestación clara del sistema representativo.

Frente a este sistema aparecen ---según el jurista Ekmekdjian--- “mecanismos o procedimientos mediante los cuales, en alguna medida, el pueblo participa directamente en la elaboración de ciertos actos de gobierno. Son consecuencia de la lógica reacción contra la total delegación del poder, requisito básico de la democracia representativa. Su objetivo es rescatar ---siquiera parcialmente--- las pautas éticas de la democracia directa desdibujadas por la indirecta, la cual limita el rol del ciudadano al de un pasivo receptor de ideas y -cada tanto- de sufragante”.

Estas formas de participación popular fueron incorporadas a nuestra Constitución nacional a través de la reforma de 1994. En el ámbito provincial y municipal también se incorporaron en mayor o menor medida estos procedimientos en sus respectivas legislaciones.

Podemos mencionar de nuestra legislación ---entre otros--- los siguientes:
El plebiscito, referéndum o consulta popular (convocatoria a elecciones para votar si o no a alguna decisión de carácter político, económico, social, etc).
La iniciativa popular (presentación de proyectos de ley por parte de un grupo de ciudadanos de tratamiento obligatorio por el congreso)
La audiencia pública (tratamiento de diversos temas en forma obligatoria en audiencias de participación amplia y libre)
La revocatoria de mandatos (cuando un representante rompe el pacto de confianza establecido electoralmente se abre un proceso que permite terminar anticipadamente el mandato conferido)
El presupuesto participativo (en asambleas se decide, sobre una determinado porcentaje del presupuesto, a qué área se dedicará y qué obra se ejecutará con el mismo).

A través de estas instituciones hay una convocatoria continua a participar. Lamentablemente no tenemos clara conciencia de la existencia de estas herramientas ni del alcance de cada uno de ellas. No estamos usando ---como pueblo--- herramientas que están a nuestra disposición. Para agregarle gravedad al tema debemos tener conciencia de que muchos políticos profesionales están interesados en boicotear cualquiera de estas iniciativas, usándolas en su propio beneficio.

¿En qué se convierten estas formas de participación popular sin participación del pueblo? Se convierten en una herramienta legitimante del poder de los políticos profesionales. Pero si participamos podremos hablar de una construcción del poder popular.

Sólo la participación popular permitirá que estos institutos cumplan con su objetivo. Debemos tomar conciencia de su existencia y utilizarlas. El dilema es claro: ¿herramienta legitimante de una clase corrompida o construcción de poder popular? En nosotros está la respuesta.

Frente al voto

Distinta es la perspectiva individual y comunitaria que puede tener el voto si hacemos o no de la participación una práctica activa. Una elección en una comunidad poco participativa es frustrante ya que el voto aparece como la única posibilidad de generar cambios. En una comunidad con un alto grado de participación la elección es vista como una posibilidad más de expresión y trabajo por los cambios necesarios en nuestra sociedad. Toda participación genera esperanza.

Nuestro voto debe estar precedido de un proceso de reflexión individual y comunitario. Siempre debe terminar siendo una decisión individual. En el cuarto oscuro estamos a solas con Dios.

La elección es una forma de expresión de la voluntad popular. Esta voluntad popular estará formada por la sumatoria de millones de expresiones individuales, como dijimos, necesariamente reflexivas y racionales.

Durante mucho tiempo escuchamos aconsejarnos que sólo el voto positivo era válido y que el voto negativo (tanto el voto en blanco y la anulación intencionada del voto como la abstención) era un acto de desinterés hacia de la cosa pública y hacia nuestro prójimo. ¿Está en lo cierto esta manifestación? ¿Serán legítimas todas las formas de manifestarse electoralmente? Hoy más que nunca oímos a muchos que dicen que no hay candidato que merezca su voto.

Podríamos afirmar que cualquier acción u omisión en el acto de votar, dentro de la legalidad, es válida; tal que sumada a acciones u omisiones similares de miles de votantes reflejen un especial sentir popular. El voto en blanco, el voto bronca, la abstención masiva reflejan este sentir. Pero ¿entenderá la clase política este mensaje? Y luego, cuando asuman las autoridades electas, ¿qué efecto tuvo nuestro voto?

Características que debemos analizar y evaluar en los candidatos

Los especialistas en marketing trabajan para los candidatos y los medios (especialmente la televisión) nos muestran una imagen no siempre real del candidato. El mismo es manejado como un producto a ser vendido a los votantes y lo conforman como ellos entienden que nosotros deseamos verlo. Buscan cautivarnos.

Debemos cuidarnos de no caer en sus tramposas redes y saber ver en medio de toda la información preparada para ser vendida, cuál es la realidad de cada candidato. Hoy tenemos la inclinación a creer más en la imagen que en lo real de una persona. La desconfianza y la búsqueda de otras informaciones pueden ayudarnos a emitir un voto más conciente.

No sólo tiene importancia el partido a que pertenece y la corriente de opinión que dicho partido o grupo interno sostiene, sino las condiciones personales, morales, intelectuales y la capacidad y experiencia para el puesto que se propone ocupar. En nuestro país podemos mencionar muchos casos de legisladores y académicos de gran valor que hicieron desastres al llegar a cargos ejecutivos por su falta de capacidad y preparación para administrar.

El corte de boleta (en los lugares en que la simultaneidad de elecciones presidenciales, de gobernadores, senadores nacionales y locales, diputados nacionales y locales y autoridades del municipio lo permita) es un elemento que nos permite acercarnos a la posibilidad de analizar a cada candidato por separado y valorar nuestro voto a cada uno de ellos.

Frente a las recientes elecciones realizadas en Brasil, el “Colegio Episcopal de la Iglesia Metodista de Brasil” emitió su “Carta pastoral del Colegio Episcopal sobre las elecciones 2002”. Del mismo podemos extraer algunas reflexiones de gran valor para el proceso electoral que estamos viviendo en estos momentos.

Proverbios 31:8-9 presenta un mandato para quien está en autoridad. Le dice al mismo: “¡Levanta tu voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos! ¡Levanta tu voz, y hazles justicia! ¡Defiendo a los pobres y necesitados!” (Nueva Versión Internacional de la Biblia). ¿Necesitaremos mencionar en este documento los índices de pobreza y de indigencia de nuestro país, las tasas de desempleo y subempleo, y la cantidad de niños que se mueren de hambre o por enfermedades totalmente prevenibles en nuestro medio? ¿O acaso debemos mencionar que el sistema neoliberal nos ha sumido en la violencia, la miseria y que es un sistema que permite vivir a pocos? Esta es una realidad incontrastable. Cada día hay más excluidos del sistema. No merece nuestro voto quien no tenga un compromiso con el pueblo, en especial con los pobres y desposeídos.
Los políticos pueden llamarse a sí mismos cristianos, y aun mostrar simpatías por los evangélicos. Esto no debe ser suficiente para decidir nuestro voto a su favor. La religiosidad exterior no soluciona los problemas de nuestro país.
El mundo creado y deseado por Dios para que nosotros vivamos en él es un mundo de justicia y paz. Un candidato debe tener un compromiso con la justicia de Dios para ser merecedor de nuestro voto.
Debemos testimoniar la vitalidad del evangelio con una participación activa y conciente en el proceso electoral. Debemos ejercer una fe que articule nuestra piedad personal con nuestra ciudadanía y que no se limite a la dimensión privada o particular; sino que por el contrario, incorpore la realidad sociocultural, política y económica a su vivencia.

Control de calidad

El documento mencionado sugiere un “control de calidad” de nuestro voto, sobre la base de las siguientes preguntas:

· ¿Cuáles fueron los motivos que influenciaron en mi elección? ¿Estos motivos son válidos a la luz de los valores del Evangelio?
· ¿Conocemos el programa de los partidos y de los candidatos? ¿Este programa es coherente con su historia? ¿Son propuestas viables para la construcción de una sociedad más justa y solidaria?
· ¿Se toman en serio valores bíblicos como la justicia, la paz, la inclusión, la solidaridad y el amor?
· ¿Sabemos si estas personas guían sus vidas públicas y privadas con estos valores?
· ¿Estamos convencidos de no estar influenciado por las imágenes seductoras difundidas por los formadores de opinión sobre los políticos?
· ¿Nos hemos despojado de preconceptos o discriminaciones que nos condicionan en nuestra elección?
· ¿Nos hemos preocupado por crear espacios de estudio y discusión de los candidatos, de los partidos políticos y de sus ideas? Deberíamos procurar identificar algunos factores, tales como su coherencia con la Palabra de Dios y las doctrinas de la iglesia, y si la acción de los mismos tiende a afianzar la democracia y a consolidar una sociedad más justa y solidaria, en conformidad con los valores del Reino de Dios.

Animamos a todos los miembros de la comunidad evangélica a dedicar tiempo a reflexionar y dialogar sobre estos temas en espíritu de oración, y a estimular a otros a hacer lo mismo en sus respectivas congregaciones. La iglesia es parte de la sociedad civil y es necesario que como tal haga su aporte para sentar las bases para el ejercicio de una ciudadanía responsable. Somos ciudadanos del Reino de Dios, pero también lo somos de esta Nación donde el Señor nos ha puesto para que seamos “sal de la tierra” y luz del mundo”.


FORO SOCIAL EVANGELICO
Enero de 2003.

LA CRISIS ARGENTINA: DIAGNÓSTICO Y PROPUESTAS Documento del FOSE 2002

Durante un par de años (2002-2003) un grupo de evangélicos nos reunimos regularmente a debatir en el FORO SOCIAL EVANGELICO (FOSE) y de ese intenso debate surgieron propuestas y elaboramos varios documentos. Participé como co-coordinador de la "Mesa de Reforma Política y Judicial". Este es uno de ellos. Releerlos desde la perspectiva de los años transcurridos es muy interesante.


LA CRISIS ARGENTINA: DIAGNÓSTICO Y PROPUESTAS
DOCUMENTO DEL FORO SOCIAL EVANGÉLICO

A raíz de la convocatoria presidencial a un diálogo amplio en procura de una concertación social que responda a la grave crisis socioeconómica y política que afecta actualmente al país, se ha constituido el Foro Social Evangélico, por iniciativa de la Fundación Kairós, no como un espacio institucional, pero sí con el apoyo de un amplio sector de la comunidad evangélica. El presente documento quiere ser un aporte de personas representativas de esta comunidad a la Mesa del Diálogo Argentino.

Las iglesias evangélicas colaboramos en la formación de nuestro país ya en las primeras décadas de la Independencia. Nuestra presencia, desde antes del proceso de organización nacional, fue especialmente significativa en los campos de la educación, la cultura y la acción social, además de lo específicamente religioso. Hemos contribuido para destacar el sentido del pluralismo y la libertad, y luchado por la tolerancia y la vigencia de los Derechos Humanos. Fieles a la tradición evangélica de la Reforma (la clásica y la radical) y de los movimientos del despertar religioso de los que somos herederos, hemos destacado el sentido del trabajo productivo, de la honestidad y la responsabilidad civil como parte de nuestra contribución a la ética ciudadana.

Por ello, en este momento histórico en el que tal vez por primera vez en la historia del país la gran mayoría de la población reconoce que no se puede delegar la construcción de la Nación a unos pocos, queremos también contribuir positivamente con nuestro testimonio y pensamiento. Entendemos la crisis que sufrimos como una oportunidad única de trabajar juntos en la búsqueda de un camino colectivo hacia una sociedad más justa y humana en la cual quepamos todos. Porque así entendemos este momento, ponemos a consideración de la Mesa del Diálogo Argentino, a la vez que de todo el pueblo argentino, las siguientes reflexiones.


1. La urgente reforma ética

1.1. ¿Quiénes son los culpables de los males que nos aquejan? En cierto sentido, lo somos todos. Por omisión o comisión, consciente o inconscientemente, todos hemos contribuido a la creación de una situación de corrupción e injusticia institucionalizadas, con niveles de pobreza totalmente inaceptables en un país tan rico en recursos naturales como es este que Dios nos ha dado. Tenemos que admitir que con demasiada frecuencia, con honrosas excepciones, nos hemos eximido de una participación social y política responsable. Imbuidos del individualismo propio de la sociedad moderna, nos hemos limitado a buscar nuestro propio bienestar y hemos cerrado los ojos a las necesidades de quienes nos rodean. No hemos sabido escuchar la voz de los más postergados ni hemos estado dispuestos a asumir coherentemente la defensa de los derechos de los más débiles. A causa de nuestra insensibilidad social, que en el ámbito eclesiástico muchas veces se ha intentado justificar con argumentos bíblicos y teológicos improcedentes, nos hemos hecho cómplices de un sistema basado en la explotación económica y el abuso del poder, la especulación financiera y el autoritarismo. Desde esta perspectiva, todos necesitamos arrepentirnos y enmendar nuestra conducta, con un pleno reconocimiento de la dimensión ética y espiritual de nuestros problemas. En efecto, los problemas que nos aquejan tienen raíces más profundas que nos afectan a todos colectivamente, en mayor o menor grado, a saber:

* Falta de consenso en la vigencia de los acuerdos, compromisos y cumplimiento de mandatos éticos y el creciente vacío moral, demostrados en los altísimos niveles de corrupción generalizada.
* Desequilibrio cultural y social, representado por la falta de igualdad de oportunidades y de acceso a los bienes materiales y culturales producidos colectivamente.
* Pérdida de confianza y esperanza, manifestada en la ausencia de un proyecto de nación que contemple la plena participación de todos sus habitantes.
* No representatividad de los dirigentes sociales en todos sus niveles, ejemplificada por la falta de idoneidad para ocupar cargos públicos.
* Olvido del sentido de responsabilidad social y opción por el interés individual y la búsqueda de beneficios personales o sectoriales.
* Falta de justicia en todos los órdenes y rechazo de normas que llevan a premiar lo bueno y castigar lo malo.

Oramos por nuestra Argentina «porque asumimos nuestra responsabilidad de ser parte de esta nación con sus errores y virtudes, y manifestamos nuestro arrepentimiento por los pecados de nuestro pueblo».

1.2. Este reconocimiento de culpa compartida no impide que se señalen responsables específicos, que han sido los más beneficiados por este estado de cosas y que son los que deberán afrontar mayor responsabilidad a la hora de remediarlos. Son quienes han generado la grave situación del país con su repercusión concreta en el peor de los males en el campo económico: la injusta distribución de la riqueza, que hace posible que una minoría, muchas veces utilizando medios ilícitos, logre una excesiva acumulación de bienes materiales en tanto que las grandes mayorías no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas. En la base misma de los problemas de la pobreza, e incluso la exclusión social, que afligen a millones de argentinos está la absolutización del dinero, las prácticas usurarias de los agentes financieros y el desconocimiento de la dignidad de todos los seres humanos por parte de los poderosos, incluyendo –como el pueblo lo percibe– a la mayoría de los miembros de la clase dirigente, empresarial y sindical. Jesús advirtió, sin vueltas ni rodeos: «No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas» (S. Mateo 6:24). Y la situación actual muestra a las claras que tampoco se puede servir a la vez al bien común y al dios dinero.


1.3. Los responsables directos del descalabro económico argentino tienen nombre y apellido.

Desde los más elevados estrados del poder se ha reconocido que detrás del drama que hoy vivimos hay «ineptos y corruptos» que se han beneficiado del vaciamiento del tesoro nacional y han llevado al país a la postración actual. ¿Quiénes son? ¿Dónde están? ¿Qué se está haciendo para exigirles la devolución del botín e imponerles el castigo que corresponda por ley? Si el Gobierno de la Nación se propone seriamente sentar las bases para una nueva República, una de sus tareas prioritarias es la de facilitar la investigación que conduzca a la identificación de los «ineptos y corruptos» y ponga fin a la impunidad. Con este propósito, ratificamos la propuesta que los representantes de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA) presentaron al Presidente de la Nación al reunirse con él el 5 de este mes y que coincide en lo esencial con otras iniciativas y foros ya existentes a nivel nacional e internacional: la creación de «una Comisión de la Verdad cuyo objetivo sería investigar, analizar y pronunciarse sobre las causas [y los causantes] que han llevado a nuestra nación a la ruina». En nuestro país contamos con el antecedente histórico de la CONADEP, que a comienzos de la década de los ochenta investigó las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura militar. Para dar lugar a la justicia necesitamos conocer la verdad. «Ay de aquellos que acaparan casa tras casa y se apropian de campo tras campo hasta que no dejan lugar para nadie más, y terminarán viviendo solos en el país!» (Isaías 5:8). Sospechamos que la recuperación aunque sólo fuera de la mitad de los miles y miles de millones del saqueo perpetrado impunemente en estos últimos años bastaría para solucionar los problemas sociales más urgentes que hoy afligen al pueblo argentino. Para este fin, tiene sentido la mencionada Comisión de la Verdad, «formada por personas de intachable trayectoria y prestigio nacional y no vinculadas a ninguno de los poderes del Gobierno» –un requisito ineludible, especialmente si se toma en cuenta que no se puede esperar que quien investigue los actos de corrupción, en función de la recuperación de dineros extraídos del país, sea un gobierno entre cuyos funcionarios se cuentan algunos de los propios culpables del saqueo.


Oramos por nuestra Argentina «porque anhelamos ver una nación con políticos honrados, creíbles e íntegros y con verdadera justicia».

1.4. Por otra parte, no hay que olvidar que el empobrecimiento de las mayorías en la Argentina no se debe exclusivamente a la corrupción interna. La creciente distancia entre ricos y pobres es un fenómeno global y se debe en gran medida, aunque no exclusivamente, a todo un proceso mundial generado por el capitalismo financiero tardío que, mediante el control global del flujo de capitales especulativos ha dado como resultado una acumulación económica sin precedentes. Como consecuencia, la economía productiva ha quedado sometida a los requerimientos de estos flujos y la circulación monetaria ha sido vaciada de contraprestaciones productivas. Este proceso, que con sus ajustes y presiones está destruyendo la economía nacional de muchos países además de la del nuestro, ha sido liderado por organismos financieros internacionales, tales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y ha beneficiado especialmente a los adjudicatarios de los servicios privatizados y a la gran banca internacional. En la Argentina esto se ha hecho con complicidades locales y la difusión de los postulados ideológicos neoliberales como «la gran panacea», «el único camino de crecimiento económico». Es necesario que se esclarezcan estas complicidades personales e institucionales y que quienes se han beneficiado con los resultados de la aplicación de estas políticas sean investigados para dar cuenta de sus responsabilidades. Ello debe incluir el problema de la deuda externa, cuyo origen espurio, operaciones fraudulentas y lucro desmedido son formas de injusticia del sistema económico global vigente. La deuda externa es el instrumento que en la sociedad globalizada unipolar utiliza la superpotencia mundial para el dominio político, económico y cultural del planeta, sin importarle las consecuencias que esto tiene para millones de seres humanos. En el caso específico de la Argentina, hay suficiente evidencia documentada y antecedentes comprobados de una resolución jurídica respecto a la ilegitimidad de gran parte de esa deuda. Los servicios de la deuda, que durante la década del noventa ascendían a 3.500 millones de dólares por año, en el 2001 llegaron a 8.000 millones de dólares. Este crecimiento de los pagos a los organismos multilaterales de crédito erosionó el presupuesto nacional y fue una de las causas que nos llevaron a la crisis actual y al default. «Cuando los justos prosperan, el pueblo se alegra; cuando los impíos gobiernan, el pueblo gime» (Proverbios 29:2).

1.5. Porque creemos en la necesidad de una lucha sin tregua contra la corrupción y en pro de la transparencia a nivel nacional e internacional, nos proponemos colaborar con iniciativas orientadas a influir sobre la ética pública, tales como Poder Ciudadano, las «defensorías del pueblo» y entes de monitoreo de las empresas privatizadas. Apoyamos el relanzamiento de oficinas de ética pública en el ámbito del Estado, a nivel nacional, provincial y municipal, la realización de campañas masivas de lucha contra la corrupción y la redefinición del rol de la Justicia Federal y de la configuración de la Corte Suprema de Justicia. Somos muy conscientes, sin embargo, de que la reconstitución de la sociedad argentina no pasa sólo por la honestidad de los funcionarios, sino también, y fundamentalmente, por la necesidad de modificar las relaciones de poder que hoy conforman nuestro sistema económico, y establecer nuevas normas que permitan asegurar una distribución más justa de la riqueza y el trabajo.


2. La reforma política necesaria

2.1. No hace falta repetir aquí en detalle las recomendaciones que ya se han presentado a la Mesa del Diálogo Argentino y han sido resumidas por ésta en su informe del 30 de enero próximo pasado, para hacer frente al problema de la pobreza, corregir la nefasta desigualdad económica entre ricos y pobres, y promover un orden socioeconómico justo. Basta afirmar que en el plano político consideramos fundamental una reforma política que asegure «los principios de representatividad, legitimidad, proximidad y austeridad». La urgencia de tal reforma se pone en evidencia cuando se toma en cuenta, entre otras cosas, la falta de mecanismos adecuados de control de la gestión pública y la desproporción que existe entre el excesivo gasto de la política en la Argentina y el gasto racionalizado en otros países más pudientes, y entre el gasto de la política, frecuentemente superfluo e innecesario, y el gasto social.

2.2. Evidentemente, ha habido una ruptura del «contrato social». En efecto, todo lo descrito hasta aquí se explica por el hecho que los actores sociales, y de manera superlativa los poderes del estado, hacen caso omiso de la base de su propia existencia, la Constitución Nacional, repertorio mínimo de reglas, valores y principios que procuran garantizar la equidad y, como consecuencia, la convivencia pacífica. No hay solución posible del problema económico sin una drástica reducción del gasto público como parte de una reforma del estado que elimine totalmente la posibilidad de hacer de la política un negocio lucrativo. Sin embargo, esto no es posible sin cambios estructurales de fondo, incluyendo el de los cuadros estables de la vida nacional, y sin medidas aún más profundas que aseguren el control público de la gestión política, estimulando una mayor participación de todos los actores sociales en las decisiones comunes y el surgimiento de nuevos liderazgos y formas de gestionar lo político.

2.3. Para contribuir a una reforma política basada en una nueva formulación del «contrato social» el movimiento evangélico cuenta con toda una tradición en la cual se entiende la relación con Dios como una relación basada en el «pacto» que Dios, como nuestro Juez a la vez que como nuestro Abogado Defensor, establece con nosotros, y que tiene consecuencias civiles: (1) nos comprometemos a ser buenos ciudadanos, que procuran ceñirse a los principios éticos implícitos en la Constitución Nacional vista como el pacto de la Nación, respetan la vida ajena y propia, y ven en todas las personas seres que pueden ser rehabilitados por el amor y la justicia de Dios; (2) el criterio ético fundamental por el cual juzgamos si estamos cumpliendo con nuestra parte del pacto es el trato al pobre, la viuda, el huérfano y el extranjero, es decir, a aquellos que están en una situación social de relativa debilidad. Sobre esta base asumimos los siguientes compromisos en este proceso:

* La denuncia de la injusticia, siempre precedida de una necesaria autocrítica y hecha posible por la separación de la Iglesia y el Estado..
* La confianza (y la experiencia) en la posibilidad de rehabilitar personas e instituciones al servicio del conjunto social.
* La práctica en formas de organización participativas y horizontales que no se basen ni en el clientelismo ni en el paternalismo o el nepotismo. El saneamiento de la política en todos sus niveles no depende de «que se vayan todos» los políticos o que se niegue el rol del sistema legislativo definido por la Constitución Nacional. Este saneamiento exige el respecto por los mecanismos de democracia más directa definidos constitucionalmente, o la creación de otros, a fin de asegurar la representatividad de la ciudadanía y la responsabilidad ante ella, y establecer códigos éticos judiciables para la gestión pública. En este sentido vemos con buenos ojos el fortalecimiento de las asambleas populares (barriales o vecinales) en todo el país. Aunque tenemos que reconocer con pesar que muchas veces nuestras iglesias han sido, y son, escuelas de autoritarismo y caudillismo, los evangélicos en general somos herederos de una rica tradición democrática y estamos entrenados en lo que atañe a la participación de todos los miembros de la congregación local en las decisiones que afectan la vida y misión de la iglesia. Consecuentemente, es mucho lo que podríamos aportar en la construcción de la convivencia y la búsqueda de consensos a nivel de las bases. Por otra parte, sería deseable una legislación de las mencionadas asambleas populares –una legislación elaborada con la participación de dichas asambleas, que las ayude a articularse entre sí y a servir como canales de expresión y focos de cambios positivos, y que defina su relación con las instancias más amplias de poder político.
* El respeto por las minorías (incluyendo la de la población aborigen), que nace de la experiencia de ser un sector del pueblo en búsqueda de maneras de ser una minoría creativa.
* La difusión más amplia de la tradición ética, arraigada en muchas de nuestras comunidades, del respeto a los bienes comunes, del trabajo y de la vocación secular entendida como «llamado» de servicio a Dios y al prójimo, del ahorro y de un estilo de vida sencillo, no consumista.
* La valoración del trabajo solidario y voluntario, ya manifestado por muchas instancias de nuestro pueblo mediante el esfuerzo por encarar proyectos de servicio y de participar en distintos ámbitos de la vida sin fines de lucro.

Oramos por nuestra Argentina «porque no dejaremos que nuestro espíritu quede atrapado en un “corralito” y se nos quiten valores fundamentales como son la esperanza y la confianza».


3. La reactivación económica

3.1. La mala distribución de las riquezas y bienes públicos, el desequilibrio presupuestario y la constante expatriación o fuga de capitales nacionales son también causa de esta crisis. Debido a la corrupción del sistema político, legislativo y judicial, y a políticas económicas impuestas por el modelo neoliberal globalizado representado por las instituciones financieras internacionales, la producción ha sido crecientemente desplazada por la especulación financiera. La catástrofe económica argentina es una clara demostración del fracaso de las fórmulas de «desregulación» del Fondo Monetario Internacional –un fracaso que se hace patente en el crecimiento de la pobreza, el elevado índice de desempleo y toda la secuela de problemas que esto conlleva, incluyendo la incontenible hemorragia migratoria.

3.2. De todas las valiosas sugerencias recibidas por la Mesa del Diálogo Argentino hasta fines de enero, subrayamos la primera que aparece en la sección relativa al plano económico: «Lanzar medidas urgentes de reactivación económica y generación de empleo, poniendo énfasis en el rol de las Pymes». Para esto, una de las necesidades más urgentes en la Argentina actual es el desarrollo de una ética política que regule la actividad económica. Basada en esa ética debe articularse una legislación clara que ponga los derechos de las personas reales a resguardo de las apetencias de las personas ficcionales; que limite la especulación financiera con leyes antiusura, antimonopólicas e impositivas; que privilegie la producción por encima de la especulación mediante la creación de industrias alternativas, microemprendimientos, modelos de trueque, proyectos de reactivación del agro, etc., y que fomente el desarrollo de cada región del país con criterios de sustentabilidad y justicia social. La opción por el desarrollo de la economía tiene que traducirse en préstamos a bajos intereses, o incluso subsidios, a los pequeños y medianos productores que estén dispuestos a colocar el desarrollo de fuentes de trabajo por encima de sus intereses personales y a dar cuenta fiel de su gestión.

3.3. Sin políticas que privilegien la producción en contraposición a la especulación no hay reactivación económica posible. El Gobierno Nacional y el Congreso de la Nación lo saben bien. Sin embargo, no basta la aprobación retórica de lo que corresponde hacer. Si va a haber una recuperación de la confianza en las instituciones públicas y de la esperanza respecto al futuro del país por parte del pueblo argentino, los dirigentes tienen que dejar de lado sus declamaciones retóricas y demostrar en la práctica que están al servicio de la justicia, del lado de los perdedores y no de los poderosos, y que no están dispuestos a venderse al mejor postor, como ha sucedido muy a menudo en el pasado. «La justicia enaltece a una nación, pero el pecado deshonra a todos los pueblos» (Proverbios 14:34).

3.4. Los evangélicos, en la medida de nuestras posibilidades, y según ya muchos lo están haciendo, queremos aportar a la reactivación económica del país. Por una lado, estamos en contacto directo con las apremiantes necesidades de los pobres, muchos de las cuales forman parte de nuestras congregaciones. Por otro lado, sabemos que un mercado total desregulado se transforma siempre en un ídolo de muerte –Mamón en el lenguaje bíblico– que no es compatible con la ética del «nuevo pacto» del que habla la Biblia. Nuestra tradición ética rechaza la especulación y la usura y concibe el trabajo y la producción significativa como los medios privilegiados que dignifican al ser humano porque hacen posible el ejercicio de la responsabilidad en relación con la creación de Dios. Consecuentemente, rescatamos el sentido moral de la misión integral, que incluye la creación de fuentes de trabajo y valora el tipo de actividad característica de los microemprendimientos y de las Pymes.

Oramos por nuestra Argentina «porque creemos que no todo está perdido y que la salida no es Ezeiza».


4. La urgente tarea en el plano social

4.1. La «pobreza estructural», que incluye no sólo a los sectores más pobres de la población sino a millones de miembros de la clase media, se ha convertido en uno de los datos más preocupantes de la realidad argentina. A la luz de la situación, no sorprenden las recomendaciones recibidas, hasta fines de enero, por la Mesa del Diálogo Argentino relativas a las medidas necesarias en el plano social, incluyendo la de «incorporar al presupuesto del 2002 los recursos que garanticen un ingreso social con criterio universal para todas las familias pobres e indigentes». En esa línea, tanto por el respaldo poblacional recibido como por la concepción que lo sustenta, apoyamos la creación del Seguro de Empleo, Formación y Asistencia Familiar propuesto por el Frente Nacional de lucha contra la Pobreza en la consulta pública realizada en el mes de diciembre. «El que oprime al pobre ofende a su Creador, pero honra a Dios quien se apiada del necesitado» (Proverbios 14:31).

4.2. Es obvia la urgente necesidad de que el Estado intervenga para priorizar la alimentación, la salud, la educación, la previsión para los jubilados y ancianos, y el cuidado del medio ambiente. No es posible dejar la satisfacción de necesidades humanas básicas y la preservación ecológica en manos de políticos clientelistas, intereses privados o especulaciones financieras. El Estado no puede «privatizar» estos ámbitos porque la lógica del capital privado es la del lucro rápido e inmediato y no la del bienestar integral de todos. El Estado que, por incapacidad o negligencia, hace la vista gorda a tales necesidades de la población no cumple con su compromiso mínimo exigible y se coloca bajo el juicio de Dios. En la tradición evangélica el Estado constituye uno de los órdenes de la creación cuyo deber ineludible es el acceso de todos los seres humanos a una vida digna y relaciones basadas en la justicia.

4.3. Aunque el pueblo evangélico argentino adolece de grandes limitaciones y a veces es víctima de la discriminación religiosa, en todo el país se está esforzando por responder a las situaciones de emergencia en el campo social, dando el pan que sacia el hambre a la par que compartiendo el Evangelio de Jesucristo. Las escuelas, los hogares para niños y ancianos, los comedores populares, los centros de recuperación de drogadependientes y otras entidades evangélicas de servicio, que a menudo funcionan sin ningún tipo de apoyo oficial, muestran el creciente compromiso de los evangélicos en colaborar en una mejor situación vital para los sectores más afectados. Sin embargo, sabemos que nuestro deber es hacerlo a título supletorio, frente a las deficiencias que nuestra sociedad ha mostrado en acercar estos servicios fundamentales a quienes los necesiten.. Una de sus tareas pendientes es un esfuerzo ecológico de mayor envergadura que exprese que para nosotros la naturaleza es «creación», es decir, un ámbito con dignidad propia conferida por Dios.

4.4. Los evangélicos queremos participar tanto en la articulación como en la realización del proyecto de un nuevo país que atienda con esmero las necesidades reales de todas las personas, especialmente las de los pobres, como criaturas hechas a imagen y semejanza de Dios sin excepción. La situación actual demuestra que esta es una tarea en la cual hay muchísimo trabajo pendiente. Desde nuestro ámbito de ciudadanos que profesamos la fe cristiana evangélica, nos comprometemos a seguir haciendo nuestro aporte, no amando «de palabra ni de labios para afuera sino con hechos y de verdad» (1 Juan 3:16), a la manera de Nuestro Señor Jesucristo.

Oramos por nuestra Argentina «porque creemos que es legítimo el reclamo del pueblo; por eso no podemos permanecer pasivos cuando estamos convencidos de que Dios puede transformar nuestra Nación fortaleciéndola con una nueva esperanza, dignidad y solidaridad».

sábado, 14 de marzo de 2009

Isabel sin Emanuel


Publicado por Alfredo Luis Fernández en su blog “solos en la carretera” el 7 de Marzo de 2009.

Emanuel ya no está. Se mantendrá viva su memoria, seguirá adelante la lucha, pero no está. Ya no podrá seguir peleando la tenencia de su hijo de seis años, no compartirá el amor con su nueva pareja, no estará junto a los pibes para defender el estacionamiento, no ayudará a su madre en la lucha contra el paco, la violencia y la miseria.Parece mentira. El rosario blanco entre las manos, la camiseta de River doblada sobre sus piernas. Es la misma que llevaba puesta la última vez que lo vi, cuando nos acompañó al campito que los vecinos defienden detrás de una de las ferias. Aquella vez, cuando volvimos al comedor, se divirtió un rato dando una vuelta en la moto de su hermano.Lo mataron sobre el puentecito del meandro, camino al pasillo que comunica con Blandengues, la calle donde está el terreno que las madres ocuparon cuando consiguieron el desalojo de un vendedor de paco.Con su lucha lograron que por ese pasillo y sobre ese puente anduviera Scioli, un día de mal tiempo en que el meandro estaba a punto de desbordarse y el pasillo era un sendero de barro y piedras. Los meses fueron pasando, siguieron viniendo funcionarios, y luego de varios tropiezos, la obra del meandro comenzó a hacerse. También consiguieron algunas reparaciones en la escuela. Pero la vida de allí no cambió. El pasillo sigue siendo el pasillo, las casillas que cruza siguen estando tan apretadas como antes y la violencia sigue metida en la vida de cada día.La compañera de Emanuel no se separa del cuerpo inmóvil en el féretro. Lo acaricia, lo llora con las mejillas inflamadas, parece en trance, como si quisiera atrapar el exacto lugar en que se aloja el alma de una persona que acaba de morir. Le habla, lo nombra, lo mima, trata de curarle la muerte como si fuera la fiebre de un bebé, lo busca frente a los cabellos que aun crecen y al rostro en silencio. Lo llama, lo convoca, va por el milagro. Mis ojos sin dios miran incrédulos. Hay tanta vida en los labios gruesos, en el pelo crespo, en el silencio moreno de Emanuel, que parece que en cualquier momento fuera a levantarse para sacudirse la resaca de una muerte que no vale la pena.“Mirá si yo tengo que hacerme matar por esos perejiles”. No lo dice, tal vez ni tuvo tiempo de pensarlo. Perejiles. Así los llamó su hermano al recibir el pésame de un vecino en el patio que separa la casa de Isabel del comedor. Lo dijo al pasar, en su ir y venir de bronca, de la vereda a la casa, enjaulado en lo irreparable. El hombre del pésame se puso a conversar con otro, canoso como él.-Cada vez están más atrevidos los pibes.-Sí, no se puede más. Esto no tiene arreglo. Acá hay que hacer como en Estados Unidos, ponerse la capucha negra y empezar a matarlos.Están a tres metros de Isabel, que toma mate entre llantos sentada en una silla. Alicia le acerca un celular.-Es Mónica Gutiérrez.-No, no puedo, decile que no.Alicia se disculpa con la conductora. Afuera hay dos periodistas de Clarín esperando una oportunidad para acercarse.No puedo evitar sonreír al mirar hacia Isabel : el compañero que le ceba mate debe pesar más de ciento veinte kilos, y está sentado en un banquito de nene de jardín. Me extiende la mano. Amargo, caliente. Vuelvo a acercarme a Isabel, le acaricio la espalda, devuelvo el mate, me alejo un metro. No me sale una palabra. Nada que valga la pena ser dicho pasa por mi cabeza.Poco después, llega una ambulancia. La llamaron por la compañera de Emanuel, que se había descompuesto una hora antes. Se acerca un médico bajito y de anteojos, que trata de que le expliquen por qué está allí.-Venga- le dice Isabel.Pero apenas llega junto al féretro, se inclina en un gemido sobre el cuerpo de su hijo. Llora junto a su compañera, se abrazan.La chica se niega a que la atiendan. No quiere ni agua.“Me dijo que tenía un atraso, no quiso tomar nada”, diría luego el médico en tono confidente.Un pibe pasa en auto con una cumbia meneándose indiferente a todo parlante. Sentados contra la pared de la escuela, tres adolescentes miran hacia el comedor sin hablar entre ellos. El desfile de pésames no para de navegar sobre el desconsuelo de Isabel. Aun queda un par de horas para que el sol caiga. Será una noche larga.
El cortejo arrancó bajo el sol poco después de las once. La primera cuadra fue caminando. Luego todos subimos a los autos. Un 504 negro se puso delante de los coches de la funeraria y marcó el rumbo. La caravana avanzaba como una gran serpiente que se retorcía lenta sobre calles deshauciadas. El lugar que se había ganado la cooperativa en la feria fue paso obligado, como para dejar en claro que Emanuel había peleado por ese lugar y los pibes seguirían allí. Luego Isabel y el cuerpo de su hijo comenzaron a alejarse de la ribera, de las hileras interminables de puestos, del ir y venir de los carritos, de la chaya y su resaca, de las miradas de los vecinos, de sus calles. La vida en el barrio seguía adelante como si nada, acostumbrada a tragarse el dolor interminable de su tristeza.Cruzamos la autopista por Rodríguez y al llegar al Cementerio rodeamos la plazoleta y quedamos frente a la puerta de entrada. Desde allí, casi todos eligieron seguir a pie. Camino al lugar en que sería sepultado Emanuel, nos entrelazamos con el cortejo de Marisol, la nena de 9 años que había sido asesinada por un vecino en Fiorito. Pascual, el muchacho de 23 años que la mató, había estado preso, tuvo un trabajo en la construcción que le duró tres meses y después volvió a robar. Su madre se había suicidado cuando era chico. Dicen que la madre de Marisol había ayudado a criarlo. Era adicto al paco. ¿Cuántas veces se habrá cruzado Isabel en el barrio con el pibe que mató a Emanuel? Uno más de los pibes en peligro. Estela sin Marisol. Isabel sin Emanuel. El meandro y el pasillo. Aplausos y llantos entre tumbas.Seguimos caminando. Los lamentos por Marisol fueron quedando a nuestras espaldas. Luego doblamos y anduvimos poco más de media cuadra hasta llegar al lugar donde sepultarían e Emanuel. La caravana se detuvo y los gemidos explotaron.“No hay que quedarse con sentimientos de odio sino de justicia porque el odio lleva a la venganza", dijo el pastor en su responso. Después, tierra y flores sobre la madera del féretro, aplausos y llantos desesperados.Isabel no quiere venganza. Isabel quiere justicia y sabe que esa justicia no es sólo que atrapen y juzguen al pibe que mató a Emanuel. Isabel no puede más de dolor y sabe que la única manera de no dejarse morir es seguir adelante con la lucha.Él ya no volverá, pero ella hará lo imposible para que algún fueguito crezca del gran silencio de sus ojos.

DECLARACIÓN SOCIAL DE LA FEDERACIÓN ARGENTINA DE IGLESIAS EVANGÉLICAS SOBRE LA PENA DE MUERTE.

“Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos e hijas del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen?”

Evangelio según san Mateo 5, 43-46ª


Con una profunda preocupación pastoral, los miembros de la Junta Directiva de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas queremos aportar nuestra voz, reflexión y compromiso al debate que se ha instalado en nuestra sociedad con relación al tema de la pena de muerte. Reconocemos el derecho de toda persona y grupo a vivir en seguridad y gozar de la vida sin temores ni amenazas y estamos convencidos que la inseguridad exige una respuesta que supere soluciones simples y considere la complejidad del tema. Indudablemente la falta de acceso a una vida digna, fuentes de educación y trabajo, también es violencia e inseguridad.
Compartimos con todas y todos ustedes algunas razones que nos llevan a oponernos profundamente a la introducción de la pena de muerte en nuestro sistema de justicia y de convivencia.
== La pena de muerte es incompatible con el Espíritu de Jesús de Nazaret, tal como lo encontramos en los Evangelios y con nuestro compromiso con la paz, la vida y la ética del amor que busca la justicia. Dignidad de las personas, seguridad y justicia no son incompatibles. Nuestra voz siempre reclamara justicia y jamás venganza. El amor evangélico supera el criterio de ojo por ojo y diente por diente y rechazamos la reparación del daño y la violencia con más daño y más violencia. La ética del amor nos lleva siempre a renovar nuestra esperanza y convicción que la redención y la rehabilitació n son posibles.
== Tenemos la certeza que la pena de muerte no es una acertada respuesta a la inseguridad, porque no estamos solamente frente a un problema policial, sino que estamos frente a un problema profundamente social que exige respuestas sociales de diversa índole. La propuesta de la pena capital asume el argumento que los criminales realizarían una operación racional sobre el costo-beneficio antes de cometer una acto de violencia. Esa actitud es invisibilizar y desconocer que muchos de los crímenes se ejecutan bajo fuertes pasiones y la influencia de drogas y el alcohol.
== La pena de muerte es siempre producto de inequidades. Las estadísticas y la experiencia que surge de aquellos países que aún la aplican muestran que en definitiva son los pobres, los excluidos y los marginados los que mayormente sufren estas condenas.
== La pena de muerte es un método abierto a errores irremediables. Teniendo en cuenta la situación de la justicia en nuestro país tememos mucho sobre la equidad y transparencia en la aplicación de esta condena.
== La pena de muerte ignora las responsabilidades sociales y comunitarias que subyacen a muchas situaciones de inseguridad y cierra la posibilidad de un debate franco y honesto. Indudablemente reconocemos la responsabilidad individual pero ese reconocimiento no disminuye la responsabilidad gubernamental y social y de todas las comunidades de fe, de enfrentar los factores profundos sobre los que debemos actuar para cambiar comportamientos y realidades.
==La pena de muerte perpetua el concepto de venganza enmascarado en el ropaje de reparación y justicia. Nos oponemos a que el estado se transforme en un instrumento de venganzas personales.
== La pena de muerte ignora totalmente el concepto de rehabilitació n. Como cristianos y cristianas comprometidos con nuestros fundamentos de fe, siempre tenemos esperanza en la redención y en la conversión de toda persona. Todo método que cierre esta posibilidad al arrepentimiento no puede ser parte de nuestras propuestas que buscan seguridad con justicia, arrepentimiento y perdón.

Buenos Aires, 11 de marzo 2009.

En nombre de la Junta Directiva de la FAIE,

Lic. Nicolás Rosenthal. Presidente.

Pr. Adolfo Pedroza. Secretario.