Que un economista ortodoxo
me explique el porqué de la inflación[1]
en el relato de 2º Reyes
6:24-7:20
Hay reflejos que enceguecen.
Pareciera
que no nos dejan ver.
Miremos
entre el brillo y entenderemos.
No vemos por nuestra propia incapacidad.
El rey de Israel -dentro de la sitiada ciudad de Samaria- no podía
dar ningún tipo de solución a la gente. El hambre era el problema del momento.
Tal es así que cuando lo increpan mientras caminaba por el muro, sólo reacciona
diciendo “Si no te salva Jehová, ¿Cómo he de salvarte? ¿Del granero o del
lagar?” Con esta expresión parece decirle “No tengo nada. Ni en el lugar donde
se acumula granos ni en el que se acumula vinos y aceite”.
Recordemos por un momento los famosos dibujos de Ulrico Schmidl,
sobre Buenos Aires en sus primeros tiempos. Aquella época en que nuestra ciudad
sólo era un fuerte con una dotación de soldados.
En ellos vemos ahorcados sin
piernas[2] y algunos
hombres cortándolas y cocinándolas, los que nos muestra al límite que llevó a
muchos el hambre existente en esa época en Buenos Aires.
En medio de esta situación había precios exagerados en ciertos
productos. El relato lo confirma al decir “tanto que la cabeza de un asno se
vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de
palomas por cinco piezas de plata.” Esto supone que había vendedores (aquellos
que tenían mercaderías para uso propio y en exceso para vender) y también
compradores (que se empobrecían día a día). A pesar de la tremenda crisis y
hambruna seguía habiendo mercado. Seguramente
algunos vendían estos bienes y acaparaban el dinero resultante de ello. Y
seguramente los compradores hicieron cosas terribles para comer día a día.
Vender sus propiedades y fincas; y mucho
más.
Vemos que en medio de un problema nacional, de escasez, de
violencia, en medio de estar sitiados y en hambruna, seguían haciendo sus
negocios y fuertes especulaciones, sin pensar que –tal vez- la espada de los
sitiadores cortarían sus propias cabezas.
En medio de ello, la palabra profética de Eliseo. “Así dijo
Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos
seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria.” Los precios retomarían su
nivel. El porqué, sólo Dios lo sabía; o
tal vez también Eliseo lo sabía. Caería el sitio a Samaria esa misma noche.
Habría abundancia de alimentos, animales de trabajo, metales preciosos,
vestidos y demás enseres. Ya no habría escasez y ya no podrían especular. Los precios bajaron y volvieron a ser
accesibles.
Hay quienes reparten, y les es añadido más;
Y hay quienes retienen más de lo que es justo,
Y hay quienes retienen más de lo que es justo,
pero vienen a pobreza. (Proverbios
11:24)
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