martes, 4 de diciembre de 2012

EL SITIO A SAMARIA Y LOS ESPECULADORES.


Que un economista ortodoxo me explique el porqué de la inflación[1]
en el relato de 2º Reyes 6:24-7:20

Hay reflejos que enceguecen.
 Pareciera que no nos dejan ver.
 Miremos entre el brillo y entenderemos.
No vemos por nuestra propia incapacidad.

El rey de Israel -dentro de la sitiada ciudad de Samaria- no podía dar ningún tipo de solución a la gente. El hambre era el problema del momento. Tal es así que cuando lo increpan mientras caminaba por el muro, sólo reacciona diciendo “Si no te salva Jehová, ¿Cómo he de salvarte? ¿Del granero o del lagar?” Con esta expresión parece decirle “No tengo nada. Ni en el lugar donde se acumula granos ni en el que se acumula vinos y aceite”.


Recordemos por un momento los famosos dibujos de Ulrico Schmidl, sobre Buenos Aires en sus primeros tiempos. Aquella época en que nuestra ciudad sólo era un fuerte con una dotación de soldados. 


En ellos vemos ahorcados sin piernas[2]  y  algunos hombres cortándolas y cocinándolas, los que nos muestra al límite que llevó a muchos el hambre existente en esa época en Buenos Aires.



En Samaria vemos una situación aún más crítica.  Dos madres pactan matar a sus hijos para comerlos. Se comieron a uno de ellos y al día siguiente una de las madres esconde a su hijo y este reclamo llega al Rey.

En medio de esta situación había precios exagerados en ciertos productos. El relato lo confirma al decir “tanto que la cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas por cinco piezas de plata.” Esto supone que había vendedores (aquellos que tenían mercaderías para uso propio y en exceso para vender) y también compradores (que se empobrecían día a día). A pesar de la tremenda crisis y hambruna seguía habiendo mercado.  Seguramente algunos vendían estos bienes y acaparaban el dinero resultante de ello. Y seguramente los compradores hicieron cosas terribles para comer día a día. Vender sus propiedades y fincas;  y mucho más.
Vemos que en medio de un problema nacional, de escasez, de violencia, en medio de estar sitiados y en hambruna, seguían haciendo sus negocios y fuertes especulaciones, sin pensar que –tal vez- la espada de los sitiadores cortarían sus propias cabezas.

En medio de ello, la palabra profética de Eliseo. “Así dijo Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria.” Los precios retomarían su nivel.  El porqué, sólo Dios lo sabía; o tal vez también Eliseo lo sabía. Caería el sitio a Samaria esa misma noche. Habría abundancia de alimentos, animales de trabajo, metales preciosos, vestidos y demás enseres. Ya no habría escasez y ya no podrían especular.  Los precios bajaron y volvieron a ser accesibles.


 Hay quienes reparten, y les es añadido más; 
Y hay quienes retienen más de lo que es justo,
 pero vienen a pobreza.  (Proverbios 11:24)





[1] Reacomodamiento relativo de precios, aumento generalizado o como por los tecnicismos lo llamen.
[2] Según los escritos históricos son aquellos que habían robado y matado caballos para comerlos.

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