
Estaba releyendo en estos días
una nota de Bernardo Kliksberg (“El otro
no me importa” Página 12 8/1/15) y en especial me atrapó por los conceptos
expuestos y que el subtitula "La descalificación de los apoyos a los
pobres" Habla de la otra cara de la
postura de los dueños de los bienes del mundo, de ese uno por ciento que
controla la casi totalidad de los bienes del planeta. Ellos buscan
desprestigiar sistemáticamente los programas sociales machacando con el
concepto "es asistencialismo"
Trajo a mi mente la tan
promocionada frase “No hay que darles pescado, hay que enseñarles a pescar” (proverbio
chino) y me pregunto: ¿Y cuando no
podemos hacer otra cosa? ¿Y cuando no te queda más por hacer? Además, Jesús no
descalifica a los asistencialismos (puros a nuestros ojos) sino que los
revaloriza y coloca a los que los practican al nivel de héroes de la misericordia,
cuando son hechos por amor. El mismo lo explica en Mateo 25: 37-40 "los justos le responderán, diciendo: Señor,
¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos? ¿ó sediento, y te dimos de
beber? ¿Y cuándo te vimos huésped, y te recogimos? ¿ó desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, ó en la
cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto
os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí
lo hicisteis."
Puede ser que quien puede ver todas las cosas
en todos sus tiempos y lugares; vea que lo que consideramos asistencialismo, no
sea sólo asistencialismo sino también aporte al desarrollo. ¿O acaso no estás dignificando y resinificando
a las personas necesitadas cuando le entregas -por amor- lo que necesita? ¿Es
sólo darle un bien o estás dándole tu tiempo, brindándole una comunicación, una
sonrisa, un saludo?

Es tan importante enseñar a
pescar como darle pescado al que no tiene que comer. Dos acciones necesarias que no son
incompatibles entre ellas. Por eso propongo comenzar a sostener que "Enseña a pescar, pero mientras tanto
no dejes de darle pescado"
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